Adquirir riquezas para atesorarlas

Es la segunda parte con que la RAE, define avaricia. La primera, es afán desmedido de poseer. No tengo clara cuál es la que mejor va con esta novela. Sea como fuere, «Las maravillas» habla de la avaricia y el poder del dinero.

Y de muchas otras cosas: como el papel de la mujer en la sociedad y su vigente deseo de cambio; de hasta qué punto hacemos equilibrios (véase portada) para alcanzar las metas impuestas por esa misma sociedad e incluso autoimpuestas; de dónde está la felicidad; de cómo el dinero lo maneja todo, sin que veamos muchas veces los hilos.

Existen muchas novelas realistas y luego está este bofetón de realidad, que es «Las maravillas». Una novela tan cargada de símbolos poéticos, que olvidas por momentos, que lo narrado por la Medel, es tu propia vida. Si acaso, la del vecino/a, pero la vida de hoy en día, al fin y al cabo.

Y claro, para que sea más digerible tanta dosis de verdad, es necesario colocarle a la historia, distintas capas de poesía. Esto lo resuelve magníficamente la autora, porque Elena Medel ha despertado a la novela, pero no puede esconder de dónde viene. ¡Y menos mal!

Es en esa maravilla poética del lenguaje, donde el lector/a, se deja llevar por la(s) protagonista(s) y quiere conocer todo de su vida. La estructura narrativa, que comienza en el presente y se dirige a distintos puntos del pasado para cerrar el círculo en el capítulo final (nuevamente en el presente) es, en sí misma, otra maravilla. A pesar del esfuerzo que requiere por parte del lector/a, la novela gana así, en empaque.

Portada aludida anteriormente

Se enlazan aquí, las vidas de tres generaciones de mujeres, de la misma sangre. ¿Familia? La forman por lo que dice el concepto tradicional del término, no así por cómo la conciben ellas. Y ése, es otro punto importante que toca la novela: la transformación que sufren los conceptos tradicionales, a medida que la sociedad y el mundo avanza. Cambian las ideas, cambian las estructuras, cambian las relaciones, dentro y fuera de la familia, dentro y fuera del entorno.

Y detrás de la historia, o en paralelo, los lectores avezados serán capaces de encontrarse a Marta Sanz o Annie Ernaux, porque no tanto en forma, pero sí en contenido, ellas están ahí. Medel bebe de muchas referencias sociopolíticas y culturales coetáneas y eso se lee.

Es una lectura que te deja pensando y eso, le da un plus. Parece que no es fácil salir de la vida de Alicia, la de Carmen o la de María. Seguramente por lo antes mencionado: las mujeres que leemos esta historia, estamos en muchas de sus páginas. Y no podemos dejar de preguntarnos, al final, en qué medida el dinero, determina tu vida: tus relaciones, tus aspiraciones, tus posibilidades, etc. Y es más: qué valor le estamos dando a ese dinero y en su lugar, dejamos de valorar las pequeñas cosas de la vida, las maravillas.

Por primera vez mencionó la envidia que Alicia había despertado en ella durante todo el curso, los chándales caros frente a la combinación de pantalones y sudaderas con los que ellas debían conformarse, y por primera vez mencionó también el alivio que aquella tarde le había supuesto, la tranquilidad que había sentido al regresar a casa y encontrar en el sofá a su madre y a su tía, a su hermano pequeño y a sus dos primas acabando las tareas; a su abuelo en la mecedora, bajada la persiana, forzando la noche. La tranquilidad, también, de oír la puerta cerrándose porque su tía y sus primas se marchaban, y la tranquilidad más tarde de la puerta abriéndose porque su padre llegaba de trabajar: corrió a abrazarle, y su padre le manchó la camisa de grasa del taller. Para el asunto del mensaje, Celia escogió uno sin vínculo aparente con la situación: «Las maravillas»

«Las maravillas». Elena Medel

*Para quienes tienen a bien pasar por aquí, diré que siento la intermitencia. Responde a las pulsiones del momento. Ojalá podamos avanzar de manera más regular por este camino.

Donde el corazón te lleve

Es el título de una obra de Susanna Tamaro que me gusta mucho por la sensibilidad que encierra, pero en esta ocasión, será el hashtag que nos mantenga unidos alrededor de la próxima liberación Bookcrossing.

Se trata de un evento que va por la V edición y al que nos sumamos con todo el cariño.

Desde hace 5 años rememoramos la memoria de Marikilla con este acto. Una gran compañera de afición becera.

Contaremos lo que hemos hecho en el blog de los Libros Viajeros, pues desde allí, organizaremos una liberación más numerosa.

Desde #Bookcrossing no queremos dejar de hacer esto también, de modo que intentamos darle visibilidad y compartirlo para que se sumen cuantos más beceros/as, mejor.

Que la poesía nos salve.

#cienvecesaldíadamepoesía , es uno de los hashtag que más utilizo en redes, porque de vez en cuando me gusta recoger poemas y devolverlos a la vida.

Difundirlos, compartirlos, extenderlos, como quien esparce semillas… «Quien bien siembra, bien recoge», decía el refrán. Aunque, también recurro a #poesíaquecura, más propicio, tal vez, para «El guardia, el poeta y el prisionero», repleto de fragmentos de poemas, amor por las palabras y mucha sensibilidad.

Con este libro, me hubiera pasado el tiempo compartiendo hashtags y poemas. «El guardia, el poeta y el prisionero» es la historia de un preso y un guardia, que al tiempo son poeta y censor, respectivamente; en la cárcel de Fukuoka (Japón) en 1944.

En un marco donde la barbarie se hace patente y las condiciones invitan al pesimismo, el autor Lee Jung- Myung , consigue crear un relato bello y esperanzador cargado de simbolismos.

«La vida es así. Está llena de falsedad, de maldad y de suciedad. Pero está hecha de contradicciones. Las contradicciones no son falsedades, sino una forma de reforzar la verdad (…) Al igual que el arcoiris solo aparece después de un aguacero, la belleza solo llega después de muchas penurias. Sin sufrimiento la belleza no significa nada»

Y si, el momento en que se desarrolla esta historia es determinante: 1944, a punto de alcanzar el final de la II Guerra Mundial y el contexto también, porque estamos en una cárcel japonesa, donde muchos de los presos existentes son coreanos, retenidos allí por subversión o delitos de agitación colectiva. Más lo son los dos protagonistas : un guardia japonés que empatiza y entabla una relación (de admiración diría yo) con un preso coreano que es poeta y le enseña a buscar refugio en las palabras.

Continuamente se hacen visibles las contradicciones (cita anterior) y es eso lo que equilibra una obra que debería ser un drama* dado el tema que toca : autodeterminación y sometimiento; vida y muerte; conservadurismo y revolución; agitación e indiferencia; censura y libertad.

Pero las argucias de Lee Jung-Myung para que la historia no resulte deprimente, son fantásticas; amén de la voluntad que pone para subrayar el poder redentor de la literatura…y el arte, en general.

Porque el libro está inspirado en la vida del poeta Yun Dong-Ju, lo cual es una «excusa» estupenda para sembrar el texto de poemas suyos, de otros autores a los que aquel tomaba como referencia y de elementos simbólicos como las cometas ( figura equivalente a la libertad) o «Va pensiero», que en un determinado momento, es interpretado dentro de la cárcel de Fukuoka para regocijo y disfrute de presos y políticos y que viene a contar la historia del exilio hebreo en Babilonia, tras la pérdida del Primer Templo de Jerusalén y expresa la nostalgia por la tierra natal.

Sin conocer nada del autor y haber leído muy poca literatura coreana, me veo en la «obligación» de recomendar esta lectura. Es una auténtica delicia para quienes amamos los libros y creemos en el poder que tienen las palabras.

«¿Dónde?, se preguntó Raskolnikov. ¿Dónde he leído que un condenado a muerte dice o piensa, una hora antes de morir, que si tuviera que vivir en una roca altísima, en una cornisa estrecha con apenas espacio para estar de pie, rodeado de océano, de una oscuridad eterna, de una soledad eterna y de una tempestad eterna; si tuviera que permanecer de pie en un metro cuadrado toda la vida, mil años, una eternidad, preferiría vivir así que morir de inmediato? ¡Solo vivir, vivir y vivir! ¡Vivir, como sea pero vivir! ¿Qué gran verdad!

Extracto de Crimen y castigo recogido en «El guardia, el poeta y el prisionero»

Con un estilo sencillo y recurriendo, en ocasiones al pasado para aclarar al lector, hechos consumados ; la novela no se lee. Se bebe. La trama, sostenida en la investigación del asesinato de un carcelero, discurre fácilmente y lleva al lector por el camino de la poesía, para resaltar que, en efecto: la poesía cura.

* Si bien en la contraportada y alguna reseña leída se califica la obra como thriller, diría que para nada estaría dentro de este rubro, a pesar de haber un asesinato, si , y una investigación. Digamos que es un recurso del autor para desarrollar mejor el personaje del guardia/censor, a mi modo de ver.

Desde Shikoku

Elegir una sincronicidad lectora para arrancar de nuevo con mis comentarios sobre libros, es una manera de demostrar no sólo que creo en ellas, sino que, de alguna manera secreta, existen.

Aunque la palabra, como tal, no está reconocida en la RAE, sí tenemos el adjetivo sincrónico para definir un proceso, indicando que se desarrolla en perfecta correspondencia temporal con otro proceso o causa. Y de esto es de lo que os hablo hoy.

Planifico ahora mis lecturas en función de lo que tengo en casa. Cuestiones de la época que nos ha tocado vivir y también pensando en liberar espacio. Así que mientras leía a Tabucchi durante la segunda quincena de julio, dispuse este libro como siguiente en mi lista de lectura, para cuando fuera.

«Una cuestión personal» de Kenzaburo Oé junto a un ginko, árbol japonés que simboliza la vida.

Mientras, en uno de nuestros paseos por la provincia, un fin de semana, nos acercamos a Portomarín, municipio cercano y enclave reconocido del Camino de Santiago en su ruta del denominado camino francés.

Allí, me sorprendió encontrarme con este monolito (aparentemente nuevo), del que no conocía su existencia. En él, por esta vista frontal vemos que indica la dirección a Santiago de Compostela (flecha amarilla, símbolo del Camino de Santiago para los peregrinos) y la distancia. Pero a los pies, hay una pequeña piedra con una inscripción en japonés.

No conozco el idioma, sin embargo, revisando sus laterales, encontré esta otra vista que me llevó a Shikoku.

¿Shikoku? el caso es que me sonaba…deduje que ambas ciudades habrían establecido una especie de hermanamiento, pero no sabía el motivo. Y ahí me puse a buscar.

Descubrí que Shikoku es la más pequeña de las islas principales de Japón. Está rodeada por una ruta de peregrinación budista (henro) de 1,200 km con 88 templos, que honra al monje Kukai del siglo IX. . Por eso, antes de llegar a la ciudad más grande de la isla es fácil cruzarse en el camino con henros, los peregrinos que siguen los pasos del monje Kobo Daishi, quien en el siglo VIII introdujo en el país el budismo de la escuela Shingon y también fundó (o al menos visitó) los 88 templos que conforman este particular itinerario jacobeo.

La verdad es que me pareció fascinante que una población tan pequeña como Portomarín, llegase a establecer algún tipo de unión con otra situada en el otro extremo del mundo. Pero es así.

Luego, a los pocos días, tomé el libro de Kenzaburo Oé y leyendo sobre el autor, descubrí que su localidad de nacimiento era Shikoku.

Quienes somos lectores perseverantes, asiduos, frecuentes; pensamos muchas veces, que son los libros quienes te buscan a ti y no al revés.

La historia narrada en «Una cuestión personal» es sumamente dura. En ella, el autor toma una experiencia personal para darle forma narrativa y explicar que, por muy cruel que se te presente la vida, es preciso abordarla con valentía y dejar de huir.

En la foto que comparto, he colocado el libro al lado de un ginkgo porque además de ser uno de mis árboles favoritos, representa la invariabilidad del mundo, símbolo de renacer y portador de esperanza. La obra fue escrita en 1964, cuando la sociedad japonesa de posguerra, aún estaba abatida y dolida por los traumas de la Segunda Guerra Mundial.

En la mañana del 6 de agosto de 1945, los habitantes de Hiroshima siempre se levantaban con preocupación, pero tenían fe en su futuro. Las tropas occidentales de los americanos habían demostrado batalla tras batalla, que tenían una fuerza mayor, pero jamás se debía dudar del liderazgo del «Soberano celestial»,

Únicamente vieron la sombra de la aeronave, las alarmas se activaron, pero pocos les prestaron atención. Un segundo después, la historia cambió por completo, «Little Boy» debía caer sobre el puente Aioi, pero debido a los vientos detonó sobre la Clínica quirúrgica de Shima. La bola de fuego alcanzó más de un millón de grados centígrados y comenzó a provocar incendios que fueron demasiados para ser contados. 

La mayoría de las estructuras de Hiroshima estaban edificadas con madera y pisos de teja, razón por la cual tan sólo se mantuvo de pie el 30% de los edificios. Poco tiempo después llegó la lluvia, un extraño color negro cubrió las calles de la ciudad y reveló las terribles pérdidas humanas: 70 mil cuerpos. Entre esta destrucción, seis árboles fueron de los pocos seres vivos que lograron resistir al impacto nuclear, eran Ginkgo biloba, un símbolo de la inmutabilidad. 

Bird, el protagonista de esta novela, desea dejar atrás la vida que ha construido junto a su mujer y lo que más desea es escapar. Visualiza esa huída en un viaje a África que anhela muchísimo, pero mientras él planea ese viaje comprando mapas y soñando, recibe una llamada del hospital que cambiará el curso de su vida : su hijo nació con una hernia cerebral y los doctores no saben si sobrevivirá.

Kenzaburo Oé manifestó en una entrevista al hilo de esta obra, que aprendió a ser escritor y a ser humano con el nacimiento de su hijo Hikari, que nació con hidrocefalia y autismo.

Es una lectura cruda, no sólo por la temática, sino por el estilo: frío y despojado de ambages; no obstante, al lector le queda la sensación de que existe esperanza, de que algunas cosas suceden en la vida, para que aprendamos otras.

Momentos extraños

A lo mejor no es el momento de retomar este blog, tampoco sé cuál sería el día oportuno, la ocasión; sin embargo, las pérdidas literarias de lo que llevamos de año, me han hecho volver.

Ruiz Zafón, Luis Sepúlveda y hace unos días Juan Marsé. Creo altares en mi casa con los libros de los autores/as que nos van dejando y los coloco a mano, por ver si me apetece regresar, como quien vuelve al lugar donde fue feliz.

Y así también regreso al blog. Sé bien que no soy perseverante y eso me desespera muchas veces, pero aún luchando por modificar mi conducta, siempre salgo perdiendo. De modo que igual vuelvo como hacen las olas del mar: para salir corriendo de nuevo. Ojalá consiga quedarme y escribir una entrada sin la excusa que alguien de las letras haya muerto.

En este año horribilis, algo habrá de salir bien. Eso sí: primero va la intención. Aquí la traigo en el bolsillo, bien agarradita, no vaya a ser que se escape a la primera de cambio.

Mi libro preferido de Marsé. Otro altar.

«Se reconocieron y se palmearon los hombros bajo un paraguas maltrecho, una tarde emborronada de llovizna, arrimados al muro de la iglesia de Pompeya donde los letreros raspados y la araña desdibujada por el tiempo parecían mensajes prehistóricos. Intercambiaron su júbilo y sus puños ancianos fingiendo fogosidad y golpes bajos, cuántos años, carota, te hacía muerto o en la Modelo, lo mismo te digo, ya ves, mala hierba nunca muere. Casualmente los dos iban a coger el metro y cruzaron la Diagonal, Lage mirando en profundidad la amplia avenida gris donde la doble hilera de plátanos se juntaba al final, entre una espesa neblina de monóxido de carbono, allá lejos en el tiempo:
-¿Te acuerdas -dijo-cuando nos hicimos los amos de esta calle? «

Durante este período extraño, además, he tenido altibajos de lectura. Primero leí muchos títulos pendientes que tenía por casa, después vino el bajón lector y ahora mismo parece que estoy remontando. Así que mi intención es volver a contar qué leo y la impresión que me causa; queriendo además, leeros a vosotros/as.

Procuremos un rincón a modo de refugio y démonos cita. Intentaré no faltar al encuentro.

    Antonio José Bolívar Proaño se quitó la dentadura postiza, la guardó envuelta en el pañuelo y, sin dejar de maldecir al gringo inaugurador de la tragedia, al alcalde, a los buscadores de oro, a todos los que emputecían la virginidad de su amazonía, cortó de un machetazo una gruesa rama, y apoyado en ella se echo a andar en pos de El Idilio, de su choza, y de sus novelas que hablaban de amor con palabras tan hermosas que a veces le hacían olvidar la barbarie humana.

«Un viejo que leía novelas de amor» Luis Sepúlveda

Tokarczuk voz necesaria

A estas alturas de la película (y luego de haberla leído, obviamente) no entiendo cómo no conocía a Olga Tokarczuk, reciente premio Nobel de literatura. Y estoy segura de que tú tampoco sabías nada de ella. Hay muchas voces aún por descubrir, pero con esta autora ha pasado algo extraño, pues teniendo varios de sus títulos traducidos al español, es hasta complicado encontrarla en librerías (al menos lo era hasta ahora).

Y cuando digo que no sé cómo no la conocía, me refiero a que su literatura es sencillamente brillante. Con este primer contacto, diría que su gran valor está en la temática que trata y la manera de afrontarla: sin miedos ni cortapisas. De frente, con el valor suficiente para levantar ampollas, si es necesario.

Sobre los huesos de los muertos
Hermosa imagen, por cierto la de la portada. Y muy relacionada con el propio texto. Mensajes subliminales que me encanta encontrar.

De modo que así venía yo por la calle hace unos días, contándole a un grupo de amigas muy lectoras ellas, que me encontré en la biblioteca, este título de Olga al día siguiente de que le diesen el Nobel. Y no pude más que llevármelo. Para saber más, porque si bien sobre Handke no sólo había oído hablar, sino que ya tenía alguna referencia lectora; acerca de ella: NADA.

Me enfrenté a esta novela sin tener más información, que lo señalado en la contraportada, donde se alude a una serie de muertes que van sucediendo y tras las cuales, la profesora Janina (la protagonista y voz narradora del texto), sigue la pista, pues creer tener una teoría acerca de las mismas.

El estilo de Tocarczuk no es para nada rebuscado, la lectura fluye y resulta sencillo seguir la trama propuesta, efectivamente como si de una novela policial, se tratase. Pero lo extraordinario está en el mensaje.

La obra es un alegato a la libertad, bajo mi punto de vista y un grito poderoso que trata de llamar la atención sobre la actitud del ser humano para con el medio en que habita.

Crítica, ácida y hasta punzante a lo largo de toda la novela.Algo que se echa mucho de menos en algunas obras literarias de hoy día, excesivamente correctas, serenas y leves. Y siempre,  bajo la voz narrativa de esa mujer que es un todo superlativo, alrededor del cual gira el argumento y los demás personajes.

De manera que si vienes a buscar en ella lo políticamente correcto: ¡huye!

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Aparecen continuas alusiones a la soledad en que la sociedad de hoy en día está cayendo, a lo dañinas que se están volviendo las relaciones interpersonales y hay mucho de defensa del mundo animal. Diría que en ciertos momentos hay una llamada de socorro, al respecto. Y a pesar de que, en ciertos pasajes pueda parecer todo un tanto desorbitado, entiendo que se trata de un recurso literario para poner el acento en el tema.

Cuando, por ejemplo, la protagonista dice en el texto de la foto (subrayado):

«Ya no quedan sitios que hayamos amado de verdad y a los cuales hayamos pertenecido. Han dejado de existir los lugares de la infancia y juventud».

Me está diciendo, a mi lectora: «nos los hemos cargado, el ser humano ha arramplado con todo lo bueno que le daba la naturaleza, su entorno idílico ha desaparecido por la irracionalidad que nos domina… hasta hemos destruido los mejores recuerdos de la infancia».

Me ha encantado la ambientación. Cuidada y hasta curiosa me ha parecido, a veces. En un país casi desconocido para mi: Polonia. Y que me trajo a la mente una serie que ví no hace mucho y me impactó: Ártico

«Sobre los huesos de los muertos» no es una novela de asesinatos. Claro que, tal vez, intenten venderla  así, porque en su argumento existen esas muertes y es cierto también, que se realiza una «investigación». Sin embargo, lo interesante no está ahí. Y aquí hago un inciso: como lectora, el final se me hizo bastante previsible…lo que también me hizo pensar en que la autora no pretende llegar a nosotros como autora de «novela negra/detectivesca/policial». Pero eso, habremos de comprobarlo leyéndola más.

 

*Como indicación final, me gustaría reparar en la importancia de la traducción. Creo que ésta de Siruela es correcta; si bien, al finalizar la lectura, he tenido la duda en torno a la preposición «sobre» del título. No me queda claro si me ha querido decir: voy a hablarte  «acerca de los huesos de los muertos» o «encima de los huesos de los muertos».

 

¿Te subes al último barco?

Yo que soy poco amiga de los libros eternos, tenía miedo de entrar en este último barco y quedarme sin fuelle a medio camino. Pero menos mal que decidí ir a por todas. Gracias a «disponerme para la aventura», he conseguido leer el mejor libro de Domingo Villar y uno de los mejores de este año, publicado en gallego.

Ésa es quizá, otra historia…la de la industria del libro en gallego, de la que, puede ser, que hablemos otro día. Pero sí, leí este título en gallego. Porque llegó a mi así: fue un préstamo de mi compi del club de lectura y porque, aunque me consta que Villar trabaja ambas ediciones de manera separada (una no es traducción de la otra), hay expresiones y caracteres que se disfrutan más en gallego.

o ultimo barco

Grande el trabajo de Villar para hacer de Leo Caldas un personaje cercano, fuera de los perfiles habituales del detective conformados por películas/series/libros y que cae bien a todo el mundo. Es un policía no tan «negro», más de lo común, digamos. Menos personaje y más persona. Aunque la creación ficcionada de alguien así no es nada común, ni fácil. Villar no sólo hace que se sostenga estupendamente como protagonista de estas historias suyas, sino que le confiere de unas características muy realistas.

La ambientación es para mi, sublime. Mucho más trabajada en este libro que en los anteriores, a pesar de dejar de lado localizaciones antes recurrentes. Y con una terna de personajes secundarios que aún guardando algunos,  ciertos estereotipos (pensemos en Estévez, por ejemplo), son capaces de dotar a la historia de la enjundia necesaria para que las 700 páginas pasen como un suspiro al lector/a. Si bien sigo pensando que lo podría haber adelgazado un pelín y no pasaría nada…

Pero ¿de qué trata «El último barco«? Todo comienza cuando en la comisaría viguesa entra el eminente cirujano Víctor Andrade para denunciar la desaparición de su hija Mónica. Y claro, una desaparición con denuncia ante la policía, ya sabemos a dónde nos lleva. Contar más no es necesario.

Las historias de este detective («La playa de los ahogados» y «Ojos de agua» son las anteriores) llevan consigo muchos otros «extras» que el lector/a agradece mucho. Especialmente resultan interesantes para quien es, como yo, curiosa, ya que hay varias referencias literarias/musicales que te llevan a pensar porqué están ahí.

Mención aparte merece, para mi, su libro de los idiotas. Un invento del padre de Leo Caldas, consistente en un cuaderno en el que va anotando el nombre de personas cercanas y no tanto, que son susceptibles de merecer el adjetivo. De allí pueden ser borradas, si se justifica; o bien quedar con ese marbete para siempre. Real como la vida misma.

Tanto si eres seguidor/a de la novela de detectives o policial (no así negra, que no la calificaría de ese modo) como si no lo eres especialmente, te invito a que te subas a este último barco. Se trata, sin duda, de una obra que te lleva fácilmente, como agua que fluye y que consigue de forma efectista mantener el interés y la intriga.

Tal y como mencioné en el post anterior , Domingo Villar guarda cierta relación con Gabriel Rolón en cuanto que ambos se han convertido en autores súper ventas. Ambos tratan temas detectivescos/policiales, pero me decanto por Villar sin duda alguna. Ha sido capaz de crear un personaje sobre el que pivota cualquier tipo de historia, sin miedo a caerse, seguramente por las dosis de verosimilitud a las que antes aludí y al conjunto de secundarios que lo acompañan: fuertes, redondos y con los que es fácil empatar.

Si lees la obra y te gusta contrastar impresiones, en este hilo de Bookcrossing, hemos ido desgranando nuestra lectura A2. ¡Que además, la he leído acompañada!

 

 

Menú degustación. Julio y agosto.

Qué pereza da el verano, eh? He aprovechado para leer, si, pero poner las ideas en claro y trasladarlas aquí, es otra cosa; así que el menú, esta vez, surge de una selección de mis lecturas de julio y agosto.

«Fugitiva y reina» de Violaine Huisman, mereció un post único que te invito a leer, si no lo has hecho. Hace unos días terminé «El libro de los veranos» de Emylia Hall, una novela que comparte características con aquella, temáticamente hablando. Ambos tratan de fondo, las relaciones madre-hija, si bien este último lo hace de manera mucho más amable en cuanto a estilo.

Aunque últimamente he leído muchos títulos que tocan este tema, es increíble comprobar, la multitud de enfoques que se pueden adoptar al respecto y también cómo van cambiando las cosas, según las épocas.

De manera que salvando esos libros, mis sugerencias para degustar, en esta ocasión, van por otros caminos.

¿Sirves la bebida mientras vamos viendo las propuestas?


Primer plato: «Las reputaciones » de Juan Gabriel Vásquez. Averigua, investiga, todos los datos extra que encuentras en un libro, aparecen por un motivo.

Llegué a este título por casualidad, la verdad, ya que no conocía al autor. Fue una propuesta lectora de Redleyendo, el club de lectura virtual promovido por  Agencia de leones y resultó una experiencia estupenda.

No sólo por lo enriquecedor que es leer en grupo (cada miembro reflexiona sobre un punto concreto, matizamos apreciaciones, se traen a colación otros datos y/o conexiones con el autor/ libro, …) sino por la prosa que descubrí en Juan Gabriel Vásquez.

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Un estilo directo con léxico sencillo, pero al tiempo enriquecido y capaz de despertar interés en el lector, a medida que avanza la trama.

El autor es colombiano, con diferentes premios literarios internacionales en su cosecha y que en España triunfó, principalmente, con su novela «El ruido de las cosas al caer».

«Las reputaciones» es un libro breve, pero que toca varios frentes temáticos y crea un personaje principal muy sólido.

Cuenta la historia de Javier Mallarino, un caricaturista colombiano que es condecorado por su trayectoria profesional y esa misma noche, ha de enfrentarse a su pasado, que reaparece en forma de mujer.

Diría que esta novela no es tanto el qué, sino el cómo. El autor consigue meternos en una historia a priori insulsa, sólo por los añadidos y la estructura elegida. Partes que se cierran como quien acaba un capítulo de teleserie y datos metaliterarios de lo más interesantes. Amén de los temas que rondan continuamente la trama: la reputación de una persona y el peso de la responsabilidad pública, ambos muy vigentes hoy día.

Si no conoces al autor, ésta novela, es el acercamiento ideal. Y si lo conoces, no deja de ser una historia muy bien contada.

Segundo plato: «Los padecientes» de Gabriel Rolón. Lectura de consumo para lectores voraces.

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Cuando me regalaron este ejemplar de «Los padecientes» me resistía a leerlo porque la portada me hacía pensar en  una trama paranormal, de la que digamos, no soy muy seguidora. Y aunque en cierto modo es así, ni de lejos calificaría ahora esta novela bajo ese rubro.

*Atención , señores y señoras responsables del marketing literario: las portadas (y la edición en general, por supuesto) son cada vez más decisivas a la hora de llegar a la caja, o no.

¿Qué te vas a encontrar, entonces? la típica novela de desaparición/asesinato que englobaríamos bajo la denominación de novela policial-negra-detectivesca, pero donde quién investiga es un psicólogo.

Gabriel Rolón lo es. Y se ha convertido en un éxito de masas en Argentina, gracias a ésta y otras propuestas lectoras enfocadas desde el psicoanálisis. De modo que el alter ego que lleva el peso de «Los padecientes», el Dr. Rouviot, bebe de esa fuente y en gran parte, es lo que nutre esta novela.

Un día, una joven llega a su consultorio y le pide que demuestre ante los tribunales, que su hermano, a quien acusan de matar al padre, es inimputable, debido a sus graves problemas psicológicos. El arranque es fabuloso y la trama así contada, no está mal. Si bien, a medida que avanzamos en la historia, el lector/a encuentra bastantes tópicos y un lenguaje excesivamente técnico en ciertos pasajes, que pueden hacer decrecer ese interés inicial.

Nuevamente, si no conoces al autor, está bien para hacerte una idea. Y como lectura de desengrase, tiene su atractivo, no te voy a decir que no. La novela ha llegado al cine y ahí sí creo que puede funcionar muy bien, pero como no he visto la película, espero que alguno de vosotros, pueda aportar algo al respecto.

*Leo actualmente a Domingo Villar y su último barco, que podemos decir, guarda cierta relación con este título que acabo de comentar, pero he preferido dedicarle un post entero y único. Al título y al autor. Igual que cuando compramos prendas de ropa, dentro de los superventas literarios, también hay diferencias. Así que te invito a no perderte la próxima entrega del blog.

 

Postre: «El balneario» de Carmen Martín Gaite. O cómo redescubrir a una de mis autoras favoritas.

Pues eso, que Martín Gaite, pocas veces me ha decepcionado. Pero aquí la he vuelto a descubrir. O mejor dicho, he descubierto a una nueva Martín Gaite. Una autora que en un relato muy breve, como es este (aunque en la edición que yo he leído, «El balneario» viene acompañado de otros cuentos) es capaz de sumergir al lector/a en un mundo propio.

De repente, encuentro una Martín Gaite que anda por los lindes de la fantasía y lo misterioso. Que recurre a lo onírico para confundir a quien lee y para crear una ambientación capaz de sobresaltar a cualquiera.

varios libros

Léelo, no te va a llevar nada, es muy breve y te quedarás con una sensación desconocida. Aunque ya hayas leído otras obras de ella, este título, se sale de lo habitual en la autora.

 

Como siempre, te invito a que sigas el blog a través de tu mail para no perderte las novedades y por supuesto, a que comentes los post publicados o nos regales un «me gusta», si la entrada te ha parecido interesante.

Puedes seguir muchas otras cuitas relacionadas con los libros y la literatura en la página de facebook: Agencia de leones

 

Reto becera playera. Y más.

El verano me lleva a la calle, aunque no siempre es posible ir dejando libros por ahí, lo intento especialmente en esta época. Casi nunca obtengo respuesta, es decir, casi nadie entra en la web  para comunicar que «ha cazado el libro», pero eso no me hace desistir en mi intención de compartir títulos. Es el espíritu bookcrossing. 

cabina bookcrossing

Parece que otros, piensan como yo, y reacondicionan cabinas telefónicas para depositar varios libros a la vez. Ésta de la foto, la vi en A Coruña, la semana pasada. Y lo mejor de todo, es el texto de las instrucciones (en la foto a la derecha), donde en el punto 3 aconsejan: Fíjate más en las pequeñas cosas de la vida y permítete crear contracultura.

 

 

 

Toda una declaración de intenciones que comparto y como no tengo cabina, voy dejando libros por las calles, parques, plazas, piscinas y playas. Algún lector/a habrá, ¡digo yo!

Dos más, se han ido esta semana en busca de nuevo lector/a.

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El rey se inclina y mata, de Herta Müller, quedó sobre la cabeza de otro escritor: Daniel Castelao; junto a unas palabras que me gustan mucho y tienen, en cierta medida, que ver con el libro de Müller. Aquí, el diario de viaje de este ejemplar.

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El otro título liberado, fue El lector, de Bernhard Schlink.

Es un libro que me encanta (si no lo conoces, estás tardando en leerlo), pero me pasa muchas veces que me encuentro con varios ejemplares de un mismo título.

En este caso, el volumen de Anagrama estaba en perfecto estado y me daba mucha pena liberarlo de cualquier manera. De modo que llevaba tiempo esperando una ocasión especial.

La encontré el jueves pasado, cuando me decidí a ver «La biblioteca de los libros rechazados», película que te gustará si eres lector/a…no sé si tanto, luego de haber leído el libro en que está basada ( si es tu caso, cuéntamelo). Temática compartida y sitio a cubierto: era la oportunidad de soltar ese libro cuyo diario puedes ver aquí y que espero, corra buena suerte.

Claro que también existen iniciativas que buscan devolver los libros a su sitio. En este caso, aquellos que pertenecen a una biblioteca y no han sido devueltos. Me quito el sombrero ante estas iniciativas de dinamización que emprenden ciertas biblios. No me digáis que no es genial.

 

La parte de atrás. Aparejo de gata.

La parte de atrás agrupa fotos de autoría propia, con pequeños textos y en sus instrucciones de uso, se recomienda que éstos sean leídos en alta voz, al tiempo que se observa la foto con ojos soñadores.

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Viniste a desarmar mi vida como quien desmonta un LEGO para reacomodar las piezas, quizás en una figura de mayor tamaño o envergadura. ¿Qué te parece un tren o un barco vikingo? Los sobrantes se quedaron en el suelo, donde pisotearlos era lo más fácil.

Y así quedé.

En el ínterin, ya pocas cosas volvieron a ser como antes. Ni yo era como me había conocido, ni mi disfraz parecía ser el mismo. Cambio de estructura, de aparejos, de armazón. ¿Quién me iba a sujetar ahora, si yo siempre había soñado ser mi propia historia?